Apolo, al que le gustaba mucho la música de Arión, se le apareció en sueños para aconsejarle y prevenirle sobre el plan que habían preparado sus enemigos y que él le ayudaría.
Cuando Arión fue atacado por los marineros, les pidió la gracia de que le dejasen tocar por última vez, a lo que ellos accedieron.
A su voz acudieron los delfines, los favoritos de Apolo, y Arión confiando en el dios, se arrojó al mar. Un delfín lo recogió y lo condujo hasta tierra, sano y salvo.
Ya en tierra, Arión dedicó una bella canción a Apolo. Tanto le gustó al dios que transformó la lira de Arión y al compasivo delfín, en lo que hoy conocemos como constelaciones de "La Lira" y "El Delfín".